Bueno imagino que todos me conocéis como “El que no se entera de nada”, “El fiel currante”“El Cornudo” o “El Marido Despechado”. Supongo que algunos de vosotros sabréis lo que se siente cuando uno es consciente de lo que pasa realmente en su matrimonio. (Mirando al público) ¿Realmente no lo vi venir? O no lo quise ver venir?? Os soy sincero que no se, si me atrevo a decirme la verdad.
Después de nuestro tercer hijo las cosas parecían ir bien, mi mujer retomó su trabajo y siguió a tope con las exposiciones de sus cuadros. Yo seguía con mis viajes –cada vez más largos- con mis reuniones interminables y con fines de semana de conferencias. Los años fueron pasando y se instalaron en nuestras conversaciones los reproches de siempre:
- No has venido a la actuación de Navidad de tú hija. Te estás perdiendo sus vidas.
- Que te crees que he estado haciendo?? Trabajar para que nuestros hijos tengan la mejor educación.
- Si, pero también es importante que tengan a su padre…
Luego llegaron las discusiones sobre nosotros.
- No has venido a la exposición. Como siempre todo lo que no eres tú, no te importa. Siempre con tu trabajo, tus reuniones….
- Ya pero gracias a eso puedes seguir pintando tus cuadritos y poder exponer, que por cierto cada vez son más frecuentes. ¿Cómo crees que se paga todo esto?
- Igual prefiero estar contigo que en la galería, es que no te das cuenta??…
Hasta que llegó un momento que las discusiones se terminaron. Pasamos a una convivencia agradable, llena de compromisos, cenas de trabajo, donde ella daba lo mejor de sí misma, siempre elegante para la ocasión, sonriendo y con una simpatía natural. Sabía que algo ya no cuadraba, pero os soy sincero, lo dejé estar. La situación para mí era cómoda, tenía una esposa que era una madre increíble para mis hijos. Tenía una esposa que era una compañera perfecta para mis eventos de trabajo. Tenía una esposa, si, pero dejé de tenerla como amante y creo que no soy capaz de recordar cuándo ocurrió.
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