Este post se lo dedico a los que me habéis pedido que escriba sobre la importancia que tiene hablar de sexo con nosotras -vuestras mujeres- desde el punto de vista masculino. En especial a vosotros, Carlos, Jorge. Que me habéis dado tanto la idea de escribirlo, como me habéis rebatido a lo largo de estos meses que cuando, los hombres y las mujeres, hablamos de sexo mantenemos conversaciones diferentes. Es más, que a veces, los temas ¡¡¡ni se parecen!!!
En muchas ocasiones, cuando nosotras hablamos de sexo; hablamos de caricias, hablamos de abrazos, hablamos situaciones románticas –quien no ha pensado en esa noche nevada frente a la chimenea- o hablamos de besos apasionados. Mientras que cuando vosotros habláis de sexo… ¡¡¡HABLÁIS DE SEXO!!!. Habláis de lo que os excita, queréis saber lo que nos gusta y lo que nos desagrada. Queréis conocer nuestras fantasías y hablarnos de las vuestras. Es verdad que la importancia que le damos unas y otros es distinta, pero creo que son totalmente complementarias. Y es, en este diálogo, donde tienen que encontrarse las dos partes. Dos partes que sepamos hablar y escuchar. Que sepamos entender y comprender. Que sepamos no juzgar y no sentirnos juzgados. Que sepamos respetar y hacernos respetar.
Nosotras, queremos que nuestro marido sepa con claridad lo que nos gusta en cada momento. Que sepa, lo que no decimos con “palabras”, aquello que nos hace disfrutar más en la intimidad de nuestro dormitorio. Es verdad que vosotros -a lo largo de nuestra vida en común- acabáis “sobreentendiéndolo”. Pero también es verdad que muchos de nuestros maridos anhelan una conversación sincera con nosotras. Sin falsos pudores, sin mojigatería y sin verdades a medias. Quieren oír de nosotras lo que nos excita, lo que nos vuelve apasionadas y lo que nos vuelve locas de ellos.
Igual que nosotras necesitamos de sus abrazos y sus besos, de sus caricias y sus susurros. Ellos necesitan de nuestra entrega sincera. Necesitan, que en ocasiones, tomemos la iniciativa. Dejarse llevar por nosotras y compartir nuestras fantasías. Necesitan sentirse deseados por nostras y vernos disfrutar de ellos. Necesitan ver como son capaces de hacer estremecer nuestro cuerpo. Al fin y al cabo solo necesitan lo mismo que nosotras, sentirse deseados. La pequeña diferencia está en que a veces, el camino es distinto. En nosotras predomina una parte más afectiva y en ellos una más física.
Es aquí donde empieza ese diálogo que muchos nos reclaman silenciosamente. Donde se vuelve necesario abrir nuestra intimidad más profunda y ponerla en manos del otro. Donde sepamos entender sus deseos sin sentirnos “escandalizadas” e incluso, algunas, hasta “humilladas”. Donde tiene que haber una entrega mutua basada en la confianza. Donde tiene que darse ese diálogo sincero y sin falsas vergüenzas. Cuya base tiene que ser el entendimiento y la comprensión, el respeto y la sinceridad.
El sexo es una parte importante en la relación de una pareja, no la única, pero si tiene su importancia. Con lo cual, a lo largo de los años, también hay que cuidar este aspecto. No debemos dejar de alimentar “esa tensión” que nos provocaba -esas primeras veces- el roce de nuestros cuerpos. No dejar de cuidar los momentos de intimidad que nos provocaban esas miradas llenas de complicidad. No dejar de conocer nuestras pasiones más íntimas para entregarnos en cuerpo y alma. No dejar de trabajar el uno para el otro. No dejarnos caer en la rutina diaria, hasta convertir un abrazo en algo sin sabor. No dejar de esforzarse por un “quiero querer, quererte”.
Buenísimo el post Ana!
Me gustaMe gusta