El matrimonio, con sus luces y sus sombras.

Igual ha llegado el momento de revisar nuestra idea de un cuento de hadas. Que es posible un final con “… y fueron felices y comieron perdices”? sin lugar a dudas, pero creo que tenemos mal contado nuestro cuento de hadas. De la misma manera que tengo claro que se puede ser feliz para toda la vida, tengo igual de claro que para que el amor perdure, tiene que haber un equilibrio entre el sentimiento y la voluntad, entre sus luces y sus sombras.

Todos los cuentos pueden empezar y terminar de la misma manera, chica conoce a chico, se enamoran… y fueron felices. Pero que es lo que ocurre entre medias que no sale en los cuentos? Eso que no sale, es lo que yo llamo un matrimonio.

Lo que no sale en los cuentos son aquellos momentos que tarde o temprano llegan como las discusiones, los enfados, e incluso los gritos. Pero también llegan los momentos de reconciliación que nos hacen comprender que seguimos juntos porque nos amamos.

Tampoco sale en los cuentos las decepciones que llegan por miles de motivos como la falta de cariño, como -la reina de muchos matrimonio-s la silenciosa rutina que erosiona poco a poco los cimientos de muchos matrimonios. Pero también llegan las ganas de lucha por seguir adelante, innovando cada día para destronar a la rutina y recuperar las muestras de cariño.

Por supuesto, tampoco sale en los cuentos las infidelidades que tanto daño hacen, rompiendo la confianza, haciendo crecer una semilla de rencor que a veces se riega con indirectas y reproches, con silencios cargados de falta de perdón e incluso falsos arrepentimientos. Pero también están las ganas de seguir luchando pro ese sentimiento que se mantiene vivo a pesar de la herida, las ganas de sanar y seguir juntos de la mano, y ¡¡SI! con voluntad con mucha voluntad, con amor mucho amor y con perdón mucho perdón.

Sigue leyendo

El arte milenario del cortejo y la seducción

Por favor no me digáis que no es ¡¡¡¡genial!!!! ¿¿¿Os acordáis de esos años, donde éramos unos “niños”, y nos pasábamos los fines de semana con ese tonteo tan maravilloso, que nos hacía vivir en una nube fuera del alcance de cualquier otra responsabilidad??? Lo que nos podía significar ese “cruce de miradas”, que te dabas la vuelta y le decías a tu amiga: “Tía Carmen, que me ha mirado ¡¡¡¡que fuerte!!!!”.

O como era ese momento de: <<ves a su amigo que conoce a tu amiga y se están acercando los dos para presentaros>>, por favor es que solo de recordarlo se me acelera el corazón. Y tú, te acuerdas de ese momento, ¿¿cuándo os conocisteis??? Tengo que reconoceros que a mí, me temblaba todo y tenía esa sonrisa boba y un meneo de pelo de un lado a otro que parecía que tenía un tic nervioso jajajajaja, imagino que eso es lo que tiene conocerle con dieciocho años. Uff que nerviosa me ponía hablar con él jajajajaja.

Pero a lo largo de los años he visto como muchos matrimonios, hemos perdido este arte tan necesario para la pareja. He visto como los matrimonios nos hemos podido “acomodar” con nuestra pareja y no nos hemos vuelto a plantear el volver a seducir a nuestro marido o vosotros cortejar a vuestra mujer. Con los años he aprendido la importancia que tiene volver a hacer revolotear las mariposas a nuestro alrededor y volver al arte del cortejo.

Es un arte sutil y de amplio espectro, que abarca desde una mirada cargada de intención a un abrazo de los de “aquí te pillo…” Como todo en la vida matrimonial no es fácil, pero de vez en cuando merece la pena, sobre todo para no perder ese «no se que» que hace renovar nuestros deseos, ayuda a encontrarnos rompiendo la rutina y provoca una complicidad que nos une especialmente. Si es verdad que igual me repito, pero creo firmemente que el amarnos con el cuerpo, es algo tan exclusivo nuestro de la pareja, que nos une especialmente, nos une en cuerpo y alma surgiendo de ello una unión íntima que tan solo nos pertenece a nosotros.

Sigue leyendo

Matrimonio y Amigos: una cuestión de estado

Todos los que me conocéis sabéis que soy la mayor fan de mi marido, más que su madre jajajaja. Pero también soy una defensora a ultranza de nuestras parcelas individuales, en especial aquellas que compartimos con amigos. Además de necesarias de forma individual, son sanísimas para el matrimonio.

NO hay que hacerlo TODO juntos, de verdad que no, que necesitamos nuestros espacios y eso no significa que nos queramos menos, ni que no nos necesitemos, ni nada parecido. Nuestros tiempos con amigos nos hacen crecer y nos hacen ser más generosos, mejores personas ya que implica dedicar uno de los bienes más preciados que tenemos, NUESTRO TIEMPO.

A lo largo de estos años he visto como algunas parejas han ido descuidando esto poco a poco hasta verse aislados de sus amigos y eso a la larga supone, no solo quedarse solos, sino un foco de conflictos entre ellos. Es necesario que vosotros os vayáis de vez en cuando un jueves de cervezas o a ver la champions con vuestros compañeros del curro. Incluso un fin de semana de colegas. De la misma manera que nosotras tenemos que quedar de vinos con nuestras amigas, no descuidar esas amistades porque somos muy de “si no estoy yo la casa se hunde” AH y mas que recomendable una escapada al año de fin de semana de chicas ¡¡¡¡Eso no tiene precio!!!!

Pero también he visto parejas descompensadas. Donde, por ejemplo, el hombre tiene muy bien organizado su parcela privada y ella ha ido descuidando sus amistades hasta verse sola y vivir a través de su marido. De verdad que hay que equilibrar esta balanza y nunca, pero nunca se equilibra haciendo que él deje de lado sus planes, creo firmemente que se tiene que equilibrar haciendo crecer la parte individual de ella.

Cuando me encuentro estas situaciones, y me da igual cual sea la “parte” descompensada si la de ella o la de él, lo que sí es algo común a todos, es la lista de reproches que salen de la persona que no cuidó su parcela privada. Aquí he podido comprobar que en muchas ocasiones esos reproches están llenos de rabia hacia uno mismo por no haber sabido mantener su pequeño mundo que le hacer ser mejor. Esos reproches están cargados de cierta envidia porque proyecta en el otro lo que no ha sido capaz de alimentar.

Sigue leyendo

Escapada Romántico-Deportiva: eso NO EXISTE

A ver chicos, eso no existe, son incompatibles, no se puede dar, son conceptos antagónicos, opuestos, son inversamente proporcionales. Igual solo me pasa a mí, pero os voy a contar el último de estos viajes que me organizó mi marido. Mira que yo le quiero, le adoro, estoy locamente enamorada, ¡¡¡todo junto!!!! Pero perdonarme es que no lo veo, yo creo que ha mezclado capítulos de algún curso jajajaja. Os pongo en situación. Fin de semana de febrero del 22. “Ana he organizado un viaje romántico, nos vamos de escapada tres días a esquiar” ¡¡¡En serio, RONATICO!!!

Yo sonrío pongo mi mejor cara ya que es verdad que una escapada a esquiar me chifla, pero escapada romántica??? Ya las expectativas son confusas. Igual no tiene claro los conceptos, bueno eso seguro. El caso, es que lo dejo todo preparado para que según llegue de currar salir pitando. Cenamos en la carretera porque se le ha complicado la tarde con el trabajo y llegamos pasadas las doce. Entonces llega el momento “surrealista del fin de semana”:

  • Cariño despierta que nos tenemos que preparar para ir a esquiar.
  • Ya? pero si es de noche, que hora es?
  • Pues las seis y media, venga levanta que si no llegamos tarde.
  • Pero tarde a donde!!! Estás enfermo cariño!!! Si está aún la máquina pisa nieves en las pistas!!!!

Entre tanta conversación ya son las siete menos diez y os podéis imaginar, ya lo tengo nerviosito vestido y en la puerta del restaurante para desayunar. Y como no podía ser de otra manera somos los primeros. Bueno pues mi cuerpo empieza a responder una vez ingeridos un par cafés y algunas tostadas y ya sin darme cuenta me está metiendo en el coche dirección las pistas.

Os prometo que mas de una vez he llegado y ¡¡¡¡no estaba abierta ni la cafetería de Anayet!!!! Según abre me meto otro café en vena, con una de esas cookies maravillosas. Por supuesto estamos solos, eso si ¡¡¡todo de un romántico!!!! Jajajajajaja. Pues nada ya son las nueve menos diez y allí que nos plantamos en la cola del telesilla de Anayet. Si somos los PRIMEROS, pero, no de los primeros, ¡¡¡sino los primeros de los primeros, el uno y el dos!!! Estar atentos cuando vayáis y veáis a dos pichoncitos vestidos de blanco y negro ella y de amarillo y negro él. Si NOSOSTROS, podéis pasar a saludarnos, en fin… es muy fuerte, pensar que llevo ya dos horas y media despierta y aun no ha empezado el día.

Pero la cosa no termina aquí. Porque somos los primeros en llegar, pero como os estáis imaginando somos los últimos en irnos, si, si los últimos, es decir LOS ULTIMOS DEL FINAL. Vamos que me paso esquiando unas 8 horas con 40 mis de descanso para comer, y rápido que sino nos enfriamos. ¡¡¡¡Pero si no me da tiempo ni a que mi corazón se ponga en modo reposo!!!! AH!!! y por supuesto las distintas climatologías no existen. El tiempo es algo irrelevante, da igual si llueve, nieva, solazo, ventisca… Mis ocho horitas “románticas” esquiando no me las quita nadie jajajajaja.

Terminamos la jornada y que si una cervecita en Formigal antes de ir al hotel, que si vemos a unos amigos, que si nos quedamos charlando. Llegamos al hotel y no se vosotras pero yo me desplomo como

un saco encima de la cama, tal cual. Eso si, procuro que la mayoría de mi cuerpo caiga en la cama, ya que una vez que entre en el estado de reposo no sé lo que volveré a tardar en movilizarlo. Y entonces oigo un: “Ana date prisa que he reservado para cenar” Se me salen los ojos de las orbitas y mi cuerpo no responde, las piernas me tiemblan, ¡¡¡¿¿mis brazos… mis brazos??  aaahhh donde están mis brazos!!!!

Sigue leyendo

Hoy tengo una CITA con mi marido

Tal cual, como lo oís. Tengo una cita con mi marido, ¡¡¡oye!!! y es que creo que estoy hasta nerviosa jajajaja. Cada cierto tiempo desde hace años tenemos estas CITAS, que pongo en mayúsculas porque nos parecen, no solo maravillosas, sino vitales para nuestro matrimonio.

Os lo cuento porque las disfrutamos muchísimo y cuando vemos que la rutina, el cansancio o la falta de tiempo nos distancia un poco, sabemos que es hora de una de nuestras citas.

IMPORTANTE: estas citas tienen dos reglas que pusimos ambos y procuramos no romper:

  • No se puede hablar de hijos (esa la puso él jajajaja)
  • Prohibido hablar de trabajo (está claro que esta la puse yo jajajaja)

Con estas dos premisas empezamos a “quedar” y abrimos una hoja de sugerencias:

  • Hablar de nosotros.
  • Como mejorar nuestra relación, es decir, abrirnos y contar que nos molesta del otro pero básico es hacerlo sin reproches. Si los hay sacamos tarjeta roja.
  • Hablar de nuestra intimidad, fantasías, miedos, deseos. Este punto es francamente recomendable, y os reconozco que no es fácil, pero merece la pena… ¡¡ya creo que merece la pena!! jajajajaja.
  • Hablar de nuestro futuro. No queremos que la vida pase y lleguen momentos en los que no sepamos que hacer. Así que hemos empezado a construir para cuando llegue el momento de:
    • No hay niños en casa (que no me lean mis hijos pero ganas tenemos jajajajaja)
    • Como disfrutar de nuestra jubilación. Aquí hay una de planes que voy a tener que jubilarme antes de tiempo…

Así que, con estas pequeñas reglas, hoy tenemos una cita. Pero una de esas citas tipo adolescente de “me muerooooo tíaaaa, que he quedado con ÉEEEEL, estoy súper nerviosaaaaaa tíaaaaaaa” Si, me encanta, de verdad que lo preparo mucho, desde ir a la pelu, por supuesto pies y manos a punto, me pinto el ojo, y

Sigue leyendo

SI QUIERO

Se supone que esto solo nos lo decimos una vez en la vida. JA!!!!!, y la de veces que nos tenemos que repetir esta frase a lo largo de nuestro matrimonio!!!! Que si, que sí, que no nos engañemos que hay muchas veces que nos la decimos en voz alta cuando os miramos después de una discusión y pensamos cualquier barbaridad que es mejor no dejar por escrito jajajajaja.

Es verdad que hay un punto de inflexión, y es cuando nos decimos ese primer SI QUIERO. Lo decimos con todas las consecuencias, felices de la decisión que estamos tomando aunque no se, si siempre muy conscientes de lo que viene detrás, pero si me atrevería a decir que en general muy felices. Pero ese primer «si quiero» no vale nada si no se le saca brillo. Ese primer si quiero queda obsoleto si no lo actualizas, ¿¿os imagináis con un iphone2?? Pues a ese primer SI QUIERO le pasa algo parecido. Ese primer si quiero se desgata si no se usa. Ese primer

Si a veces no es fácil volvernos a decir SI QUIERO, sobre todo en situaciones o momentos tipo:

  • SI QUIERO, aunque parece que me haya casado con mi madre y no con mi novia.
  • SI QUIERO, aunque parezca que adores mas a tu trabajo que a tu esposa.
  • SI QUIERO, aunque me sienta desplazado por mis hijos., aunque tenga a mi suegra absorbiendo a mi marido, aunque no me duela la cabeza, aunque la rutina se haya apoderado de nosotros, aunque seas desordenado, aunque tengas un toc con el lavaplatos, aunque seas egoísta, jajajajaja, bueno creo que os hacéis una idea.

Si, elegimos en muchas ocasiones y es una elección que no solo tomamos el día de nuestra boda. Es una elección que hacemos cada noche y una lucha que comienza con cada mañana al despertarnos. Si, es una

Sigue leyendo

Dicen que la juventud es una cuestión de actitud.

Hoy escribo sobre esto, porque en este ultimo mes y media ya me han dicho esta frase en varias ocasiones. Igual me estoy haciendo mayor y se me empiezan a escapar algunas cositas, pero que queréis que os diga, tengo la sensación que mi actitud no está alineada con mi cuerpo. No sé si serán cosas de la edad, o de la falta de antioxidantes, o de la falta de sueño, o un consumo excesivo de azúcares o sencillamente tengo sobrevalorada mi actitud.

De verdad que yo creo que tengo una actitud de esas que me hace sentir joven, tanto que igual me he venido arriba. Este mes de enero me dije: “Ana, porque no practicar ese deporte que lleva rondando por tu cabeza varios años” Así que dicho y hecho y llevo desde enero apuntada a boxeo. Si, si a boxeo, pero cuando os digo a boxeo me refiero que voy a una de esas escuelas de boxeo que salen en Rocky III y tus compañeros ¡¡¡te dan miedo!!! Pues a esa.

Pero lejos de venirme abajo cada día que entro y sigo viendo que el 90% de los alumnos podrían ser mis hijos o que cuando me suben al ring les aviso: “a la cara NO y flojo que sino me duele”, lo que he decidido es que mi espíritu es joven y voy todos los días. Pero entonces llega mi cuerpo y me dice que no está muy de acuerdo, que mi espíritu puede ser todo lo joven que yo decida, pero que mi cuerpo de 47 años igual no es tan joven.

Entonces me empiezan a pasar cosas. Me duelen partes del cuerpo que no sabía que existían, tengo agujetas en músculos que son algo cuestionables, es más, creo que me duelen todos los huesos de mi cuerpo y parte de los de mi marido. Pero como mi actitud permanece intacta, ahí sigo cada día poniéndome los guantes y tomando paracetamol.

Hay otros momentos que hacen que mi actitud se vea algo cuestionada, y son durante aquellas conversaciones con mis hijos -algunos ya universitarios- donde te miran y te dicen: “pero mamá que haces tu en una discoteca si ya no tienes edad” (abro este paréntesis, ya que estoy segura de que muchos nos habremos cruzado por Snobissimo) y

Sigue leyendo

La soledad duele

Igual estoy algo sensibilizada con este tema, pero es verdad que después del confinamiento y tanto teletrabajo me estoy encontrando muchas parejas que empiezan a acusar la soledad. Y no es una soledad física, que a veces también, sino es esa soledad que te aísla hasta de tu pareja o incluso de ti misma, de esa persona que eras antes del confinamiento.

Me refiero a esa soledad que sin darte cuenta te va dejando fuera de tu propia vida. Es esa soledad que empieza con un sencillo NO a una cena de amigos y termina por incapacitarte para retomar con normalidad tu vida social e incluso laboral. Me refiero a esa soledad que te va invadiendo tan poco a poco que no eres consciente hasta que un día te despiertas y te preguntas donde están tus amigos, tu familia o ¡¡¡¡tu buen humor!!!!!!

En ocasiones me encuentro con personas que tras el covid has dejado poco a poco de relacionarse por miedo al contagio y pasados ya casi tres años que vamos a hacer, retomar esas buenas costumbres les cuestan un triunfo. En otras ocasiones lo que me encuentro son parejas que has rebotado en direcciones radicalmente distintas, es decir, una de ellas necesita relacionarse con todo el mundo y ha dejado por el camino a su pareja, mientras que la pareja se siente bloqueada y esa parálisis la lleva a un bucle de soledad que no es capaz de romper.

Si, la soledad acompañada de tu mujer o de tu marido, de tus padres o de tus hijos, es una soledad SILENCIOSA y dolorosa. Me atrevería a decir que incluso poco comprendida, porque parece que es fácil de solucionar con un: “pues llama a tu amigo y sal”. o «conversa con tus hijos o tus padres», pero he visto persona rotas por esa soledad acompañada y no son capaces muchas veces ni de entender que les ocurre.

Esta soledad, en la pareja,

Sigue leyendo

El poder de una sonrisa

Ojalá fuéramos conscientes de lo que ayuda una simple sonrisa. ¿Te has parado a pensar lo que provoca tu sonrisa en la gente que te cruzas en tu día a día? Yo os soy sincera que no mucho la verdad. Después del covid y sus meses de mascarilla, volver a ver la sonrisa de la gente es un regalo, aunque os diré que tengo la sensación de que sonreímos menos. Pero, lo que si he pensado es, en cómo me siento cuando me cruzo con alguien que me sonríe, que os voy a decir, me encanta!!!!

Cuando me pongo en modo “vamos a intentar sonreír y ser más agradable” las cosas cambian. Cuando respondes al camarero -que se le ha cruzado la comanda y eres la única de la mesa sin cena- con una sonrisa cuando se está disculpando, las cosas cambian. La respuesta de amabilidad, de agradecimiento e incluso de desconcierto que a veces te encuentras en tu interlocutor no tiene precio, es maravilloso.

Si lo sé, a veces es francamente difícil cambiar esa cara de dragón a punto de soltar fuego por la boca, y que alguien te diga: “no hombre, tu sonríe ya verás que bien te vas a sentir y que bien le vas a hacer sentir al de enfrente…” en fin casi diría que hay veces que es una hazaña de verdaderos héroes.

Sigue leyendo

Cariño, donde estamos??

Fue la pregunta que le hice pasados unos años de matrimonio, y hasta ese momento ni me había parado a pensarlo. Os reconozco que lo que vimos -sin ser nada dramáticos- si que nos asustó un poco, ya que habíamos dejado muchas cosas por el camino. Otras habían llegado de forma maravillosa y otras ocupaban demasiado espacio sin aportar gran cosa a nuestro matrimonio. Estaba claro, necesitábamos una revisión, una puesta a punto.

Y en ese momento me vino a la cabeza mi primera bici, aquella que pedí a los Reyes Magos.  Estaba deseando que llegase, estaba preparada para el momento, todo lo enfocaba a ese día, ¡¡¡estaba tan ilusionada!!! Y cuando llegó la bici, ¡¡¡¡¡era tan feliz!!!! Llegó tan nuevecita, blanca, lo recuerdo perfectamente era una BH7, con sus ruedines y su sillín negro, eso sí, sin cesta, que yo recuerdo que la pedí con cesta. Luego pasaron las semanas y cuando me sentía segura mi padre me ayudó a montar sin ruedines y según iba creciendo le subía el manillar, cambié el sillín, que si se salía la cadena y la arreglábamos,…y al final conseguí mi cesta.

Entonces lo vi, lo vi claro, necesitábamos ir al principio y necesitábamos ir los dos juntos a ese principio para hacer algo similar con nuestras bicis, o más bien con NUESTRA BICI, necesitábamos una revisión, una puesta a punto o podíamos decir una Actualización de Nuestra App Matrimonial y eso es lo que quiero compartir con vosotros, un pequeño secreto que cambió nuestro matrimonio, la forma de querernos, de disfrutarnos, de mirarnos, de reírnos y de compartirnos.

Este es nuestro principio, fue el día que despertamos y teníamos nuestra nueva bici, el día que nos dijimos ante Dios y las personas que más queríamos, “en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas…hasta que la muerte nos separe”. Es fuerte, verdad?? Y no siempre es fácil, pero se puede. Llenamos nuestra bici con nuestros proyectos conjuntos. Metimos en nuestra cesta; nuestro hogar, nuestros trabajos, nuestras ilusiones por ampliar la familia, nuestro tiempo juntos, nuestras conversaciones, nuestros abrazos, nuestras noches de pasión y aunque no quisiéramos también sabíamos que se vendrían con nosotros nuestros problemas, nuestros defectos e incomprensiones. Nuestros malos días o nuestros reproches. También llegarían nuestros enfados, pero con ellos llegarían las maravillosas reconciliaciones.

Sigue leyendo