El arte milenario del cortejo y la seducción

Por favor no me digáis que no es ¡¡¡¡genial!!!! ¿¿¿Os acordáis de esos años, donde éramos unos “niños”, y nos pasábamos los fines de semana con ese tonteo tan maravilloso, que nos hacía vivir en una nube fuera del alcance de cualquier otra responsabilidad??? Lo que nos podía significar ese “cruce de miradas”, que te dabas la vuelta y le decías a tu amiga: “Tía Carmen, que me ha mirado ¡¡¡¡que fuerte!!!!”.

O como era ese momento de: <<ves a su amigo que conoce a tu amiga y se están acercando los dos para presentaros>>, por favor es que solo de recordarlo se me acelera el corazón. Y tú, te acuerdas de ese momento, ¿¿cuándo os conocisteis??? Tengo que reconoceros que a mí, me temblaba todo y tenía esa sonrisa boba y un meneo de pelo de un lado a otro que parecía que tenía un tic nervioso jajajajaja, imagino que eso es lo que tiene conocerle con dieciocho años. Uff que nerviosa me ponía hablar con él jajajajaja.

Pero a lo largo de los años he visto como muchos matrimonios, hemos perdido este arte tan necesario para la pareja. He visto como los matrimonios nos hemos podido “acomodar” con nuestra pareja y no nos hemos vuelto a plantear el volver a seducir a nuestro marido o vosotros cortejar a vuestra mujer. Con los años he aprendido la importancia que tiene volver a hacer revolotear las mariposas a nuestro alrededor y volver al arte del cortejo.

Es un arte sutil y de amplio espectro, que abarca desde una mirada cargada de intención a un abrazo de los de “aquí te pillo…” Como todo en la vida matrimonial no es fácil, pero de vez en cuando merece la pena, sobre todo para no perder ese «no se que» que hace renovar nuestros deseos, ayuda a encontrarnos rompiendo la rutina y provoca una complicidad que nos une especialmente. Si es verdad que igual me repito, pero creo firmemente que el amarnos con el cuerpo, es algo tan exclusivo nuestro de la pareja, que nos une especialmente, nos une en cuerpo y alma surgiendo de ello una unión íntima que tan solo nos pertenece a nosotros.

Y si, el cortejo y la seducción, nos ayudan a renovar nuestros deseos dormidos, nos dan oxígeno nuevo para poder seguir creciendo en el amor y en la entrega. Y si, creo que el arte del cortejo y la seducción de un marido a su mujer nos afirma en nuestra feminidad al igual que a ellos les afirma en su masculinidad. Es un arte donde ambos jugamos a querer y ser queridos. Donde las normas del amor no están escritas, pero las conocemos. Donde despertamos unas mariposas, algo más maduras, para volver a vibrar juntos, para sentirnos vivos, sentirnos felices juntos.

De verdad que a veces puede parecer algo pueril, pero enriquece tanto a un matrimonio que merece la pena probarlo. Merece la pena una buena estrategia donde ambos estén con ganas. Se empieza creando una expectativa, un: que guapa estás o como te sienta esa corbata. Seguido de un: estás más delgada (sabéis que este es un valor seguro) o me encantas con el pelo engominado… En fin creo que todos nos hacemos una idea. El otro día os contaba lo de la cita con mi marido. Estas citas son de obligado complimiento en este arte, no pueden faltar. Este arte vuelve a ser una pequeña demostración del ya conocido QUIERO QUERER QUERERTE

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s