¿Y por qué siempre tengo que tomar yo la iniciativa?

¿Cuántas de nuestras parejas nos han acusado de falta de iniciativa? ¿Cuántas veces nos dejamos vencer por la rutina y nos conformamos con un “desahogo”? ¿Cuántas veces hemos deseado que nuestros maridos nos cojan por la cintura, nos lleven con una firme delicadeza a la cama y nos hagan el amor haciéndonos sentir la mujer más especial e irresistible? O ¿Cuántas veces nuestros maridos han anhelado encontrarse a su mujer esperándoles en el dormitorio, tan solo, con unos tacones y con deseos de tenerlos entre nuestros brazos?

Soy consciente que la rutina en uno de nuestros grandes enemigos en el matrimonio. Pero no mayor que la soberbia de llevar siempre razón o de pensar que la culpa siempre es del otro. Y esto también ocurre en la alcoba, donde todo se mezcla y la gran baza que “solemos” tener una de las partes de la pareja, es utilizar la falta de sexo, la desidia o los desahogos rutinarios como medida de ¿presión, castigo…?

Sé que las parejas vamos aplazando nuestro encuentro íntimo, cuando el trabajo es absorbente, se incrementa con la llegada de los niños y en muchas ocasiones tiende a desaparecer cuando la pareja más lo necesita. Sé que a veces lo que hay; no es falta de ganas, sino en muchas ocasiones -la situación es tal- que hasta el simple roce puede llegar a producir rechazo. Pero también sé que está situación se puede cambiar.

Podemos empezar con una conversación tan simple y directa como ¿Cariño, que nos pasa, por qué ya no nos encontramos, es que ya no nos queremos?

Ante esta pregunta solo podemos tomar un camino correcto,  la SINCERIDAD. Primero con nosotros mismos y luego con nuestra pareja. Ser sinceros por qué cada vez son más frecuentes mis rechazos y mas infrecuentes sus tentativas. Por qué cada vez es más frecuente que en nuestros momentos íntimos  esté pensando: “uff que pesado está, a ver si acaba que mañana tengo…” o “uff es como un bloque de piedra, a ver si termino que mañana tengo…”

El poder mantener esta conversación sincera, y ser capaces de ponernos en los zapatos del otro nos ayudará entender –no solo sus necesidades- sino seguramente a ver que en muchas ocasiones hemos estado juzgando con dureza e interpretando sentimientos erróneos. Como muchas veces nuestra pareja tan solo está cansada de tomar la iniciativa y ver como la otra parte es mera receptora de una petición. Para ello es necesaria una gran dosis de valentía y humildad. No solo para abrir nuestro corazón, sino para querer entender al otro.

En ocasiones no tomamos la iniciativa porque no nos apetece, porque damos por hecho que lo hará él o porque estamos tan alejados que ni lo pensamos. Pero lo enriquecedor de un matrimonio es saber conocer a tu pareja, es saber cómo sorprenderle con ese conjunto picantón aderezado con un poco de sensualidad femenina. Es saber crear un entorno romántico donde seáis capaces de llevarnos a la cama sintiéndonos amadas. Es saber cómo nos gustan los besos o con qué caricias disfrutan. Es saber cómo innovar con respeto y cariño. Es saber cómo ir creciendo ambos de la mano en este campo tan íntimo del matrimonio. Es saber como “QUIERO QUERER QUERERTE”.

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