El otro día me escribió Silvia, preguntándome porque no hablaba de lo que nos suele gustar a las mujeres después de hacer el amor. Me contaba lo difícil que le resulta hacerle entender a su marido lo importante que es para ella, esos minutos de reposo, de cariño, de sentirse junto a él, esos minutos de sentirse segura, femenina y querida. Es verdad que somos diferentes tanto física, afectiva como cerebralmente. No hay más que ver el vídeo de Mark Gungor donde explica –con mucho humor- las diferencias de un cerebro masculino y femenino.
Como veis, el cerebro del hombre tiene muchas cajas, todas ellas inconexas. Pero tienen un tesoro que guardan celosamente, a parte de su caja de “colegas de siempre” bueno y su caja de “colegas del trabajo” ¡ah perdón! también la caja de los “colegas de colegio”, bueno estas cajas se reproducen en su cerebro según pasan los años, pero como decía, su gran tesoro está en SU CAJA de la NADA, esa en la que no nos dejarán entrar nunca. Esa caja que les hace ser capaces de ver 35 canales a la vez y si les preguntas que ven, lo podremos comprobar, porque te dirán: “Pues todos ¿no lo ves?”. Es, esa caja que les hace ser capaces de pensar en NADA, cuántas veces hemos visto a nuestro marido mirando sin ver y le preguntamos:
-¿En qué piensas?
– En nada
– ¿Cómo no vas a pensar en nada, en algo tendrás que estar pensando? ¡¡¡¡Es imposible no pensar en nada!!!!……
Por el contrario nosotras no tenemos cajas, todo está mezclado, tenemos la habilidad de saltar de tema en tema, por poco que tengan que ver, somos capaces de dar un giro de 180 grados a nuestra conversación, lo que provocará que nuestros maridos se metan en su caja de la NADA y asientan con la cabeza. Tenemos la necesidad de estar pensando siempre en algo y generalmente verbalizarlo. Además en nuestro caso hay una energía que lo cubre todo, que son las “EMOCIONES”, y cuando conectamos un hecho con una emoción, hará que se plasme en nuestra memoria para siempre, tanto para bien como para mal.
Volviendo al momento que nos describía Silvia, ese momento final es casi tan importante como el resto de la relación. Ese abrazo hace sentirnos queridas después de nuestra entrega más intima, necesitamos vuestro calor, vuestros abrazos, solo unos minutos, solo para nosotras, así que lo único que os pedimos es que ¡¡¡¡No os muráis!!!!! Y jamás, jamás cojáis el ipad, ni os pongáis a ver la tele!!!!, ni os deis la vuelta para dormir!!!!… Bueno os hacéis una idea, por favor aguantar el tipo, aunque sea en la semiinconsciencia, somos fáciles solo dejarnos apoyar en vuestro pecho, murmurar -el que pueda- una palabra de cariño o simplemente dejarnos estar ahí apoyadas en vosotros!!!!
Ahora bien nosotras en contraprestación prometemos ¡no hablar! Solo estaremos unos minutos, ahí apoyadas, sin pediros nada, solo estando, pero sobretodo, ¡CALLADAS! También prometemos entender que no habléis, ni preguntaremos porque no habláis, respetaremos que ya estáis muertos y probablemente muchos ya estéis en vuestra caja de la NADA.
Solo quiero haceros ver como los pequeños detalles del día a día construyen un amor fruto del esfuerzo, una complicidad fruto del trabajo, una entrega fruto de la voluntad, en definitiva como podemos hacernos felices, con un abrazo, con una caricia, con un silencio o con un te quiero.
Ana,
Que certero comentar «detalles» que a veces parecen exclusivos de la otra parte y que por suerte, parecen ser un mal común en el otro género. Como pueden estar pensando en naaada?… Así sucede, con tantas otras cosas. Pensamos que son intrínsecas y exclusivas de la personalidad del otro y ya ves…
Una vez más, muy certero el post!
M gracias!!!
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