A ver, creo que esto no os puede sorprender a ninguno de vosotros. Nos gusta hablar, es más; nos gusta hablaros ¡¡¡¡Si a vosotros!!!!, los que os ponéis en <<modo stand-by>> y solo asentís con la cabeza!!! Nos gusta tanto hablaros, que hasta eso hemos aprendido a ignorarlo.

A lo largo de los años, nosotras vamos aceptando que sois parcos en palabras, sobretodo en el terreno emocional. No contamos como conversación emocional el Fútbol, por mucho que os exaltéis. Cuando estamos más bajas anímicamente, suele ser cuando más buscamos este tipo de conversaciones;

• Cariño ¿sigues enamorado de mi?
• Pues claro.
• Hijooooo, y ¡¡¡me lo dices así!!!
• ¿Cómo quieres que lo diga?
• No sé, con cariño, no solo un si …

Llegados a este punto lo mejor es la cara, entre asombro y pereza, que nos ponéis. Es cierto que nos suele gustar hablar con vosotros a cualquier hora, pero nuestro momento preferido es por la noche. Ya metidos en la cama los dos juntitos. Algo pasa en nuestras cabezas, que somos capaces de sacar todos los recordatorios, que muy cuidadosamente hemos ido almacenando a lo largo del día, para compartir con vosotros -en ese preciso instante- y no en otro. Necesitamos hablar de todas las cosas del día y haceros uno de “nuestros resúmenes”.

Es verdad que muchas veces ignoramos que no es vuestro momento. En ocasiones invadimos vuestro silencio con nuestras conversaciones que pueden esperar a mañana. No respetamos vuestra lectura o incluso vuestras caricias. En ese momento solo vemos la necesidad que tenemos de contaros nuestras cosas. Y no vemos la necesidad que tenéis de vuestro espacio, de apagar cualquier conversación y parar la mente. Es más, generalmente, nos da igual porque es “nuestro momento perfecto”.

A esas horas, a muchos de vosotros, ya solo os quedan dos registros. O fiesta o dormir. Pero lo que a veces no veis es que con cinco minutitos de conversación fluida, es decir, nosotras hablamos y vosotros asentís -también con algún “claro, claro” nos vale- tan solo con eso, nos supone un desahogo, un desahogo por lo compartido, por lo contado y por lo escuchado. Con tan solo 5 minutitos de vuestro tiempo solo para nosotras, sin hijos, sin móviles, sin Facebook, sin jefes, etc. Tan solo nosotros, eso cinco minutos valen para sentirnos reconfortadas al final del día. Valen para recordarnos que os tenemos para nosotras. Valen para sentirnos cerca de vosotros. Valen para despertarnos las ganas de vuestras caricias.

Algo tan simple como una pequeña conversación mantenida o un silencio a tiempo, hace de nosotros el querer tener la voluntad de mejorar por el otro. Aunque os voy a ser sincera  –y creo que lo sabéis- que con cinco minutos no tenemos ni para empezar, pero haremos lo posible por no alargarlo más de lo necesario. Para poder así repetir al día siguiente.