¿Un matrimonio vacío? Es aquel que te quita la soledad, pero no te llena

¿Cuánto hay de vacío en nuestro matrimonio? ¿Cuánta lucha ponemos para no encontrar la soledad en nuestro dormitorio? ¿Cuántos de nosotros nos miramos y casi no nos conocemos? O ¿A cuántos de nosotros nos separa un abismo que nos vemos incapaces de cruzar? A lo largo de estos meses he visto parejas “perfectas”, absolutamente rotas por la soledad de sus matrimonios y como, ninguno de nosotros estamos libres de caer en las redes de la desgana y la desilusión.

El tiempo, a veces pasa sobre nuestro matrimonio sembrando confianza, sinceridad y nos hace cómplices con tan solo mirarnos. Otras veces tan solo pasa, y no somos capaces de ver las virtudes del paso del tiempo en nuestra pareja. Otras -ese tiempo- no nos parece suficiente  para poder dedicarnos a lo realmente importante. Pero el mayor enemigo que nos trae el tiempo no es que tan solo que pase, ni la falta de él. Sino que nos riega de rutina e indiferencia.

La rutina entra en nuestras vidas sin quererlo, y lo que es peor, sin saberlo. Empezamos con un simple:

  • “¿Y si lo dejamos para otro día ¿estoy muerta?”
  • Y seguimos por un: “Uff que pereza, ¿cancelamos la cena que vengo reventado del trabajo?”

Son frases que aparecen a lo largo de nuestra vida en común, ya que de novios Si se nos ocurría declinar ningún plan con nuestro AMOR, ¡¡¡¡CANSADA YO???!!!! Pero ya de casados hemos empezado a convivir con la pereza de esforzarnos por el otro. Hemos dejado pasar al conformismo y sobreentender que «seguro que no le importa».

Con el paso del tiempo, las parejas nos volvemos egoístas, empezamos a pensar primero en nosotros, del estilo de: “es que yo tengo derecho a …” “es que siempre tengo que ser yo el que…” . Y en muchas ocasiones, continuamos con los reproches a nuestra pareja del estilo de: “es que estoy harta que siempre seas…” o “Es que tu siempre estás con él es que yo es, que yo…” Y es entonces cuando llega el mejor aliado de la rutina, la DESGANA.

Van pasando los meses, los años, los hijos, los amigos y sin darnos mucha cuenta nos vamos alejando de nuestra pareja. Vamos sembrando la desgana y la desconfianza. Nuestras conversaciones empiezan a estar salpicadas de reproches y nuestra cama empieza a perder su sentido más amplio. Las caricias hace tiempo que no asoman en nuestro hogar y la desilusión se hace cada día más poderosa, en nuestro fuero más interno.

Y es entonces cuando miramos a nuestro lado y… ¿Que vemos? … Nada, solo reproche e indiferencia, solo la persona que es capaz de sacar lo peor de nosotros, solo esa persona que está tan lejos de nosotros, que si no estuviera creo que hasta nos alegraría. Pero olvidamos al mirar que fue él quien me conquistó con su sentido del humor, que fue ella quien me enamoró con su dulzura. Nos olvidamos que un día dejamos de tener la voluntad de seguir cuidando nuestro amor, de seguir teniendo a nuestra pareja como prioridad. Nos olvidamos porque estamos juntos y sobretodo nos olvidamos de seguir QUERIENDO QUERER QUERERTE.

5 comentarios en “¿Un matrimonio vacío? Es aquel que te quita la soledad, pero no te llena

  1. Es cierto, podemos acabar sintiendo «comparto piso para cuidar niños». Hay que ser conscientes de que el riesgo está ahí para evitar que suceda.
    Igual que cuidamos mejorar en nuestro trabajo o nuestra imagen, debemos invertir en nuestra relación de pareja.

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  2. La dificultad mayor es, en mi opinión, distinguir entre un matrimonio «descuidado» y que puede volver a ser tuneado, revitalizado, y otro que en realidad se trata de aquellos amores, tan católicos ellos, que suelen quedar «un poco estrechos de cintura y holgados de espalda». Amores que son «de otra talla», que no le sientan bien a casi nadie y que, no obstante, insistimos en llevar a cuestas a pesar del sufrimiento que nos supone”.
    El tiempo consolida las cosas, pero es verdad que a veces uno piensa ‘me estoy perdiendo algo, hay otra vida fuera’ y creo que es en ese momento cuando se tira todo por la borda sin mucho sentido. Las elecciones exigentes tienen eso, que son exigentes, que no puedes bajar la guardia.
    Cuando se plantea una convivencia es importante que se reflexione sobre cómo se desea llevarla, pero no sólo eso: esa reflexión debe volver a ejercitarse de manera periódica, viendo qué es lo que se pide y que es lo que se ofrece y si está funcionando. Puede ocurrir que, además de «querer quererte», haya que reunir una cantidad de valor equivalente para afrontar «querer dejarte», por el bien de todos, claro.

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