Ellos a veces dicen NO

¿Cuántas veces hemos oído esto de nuestros maridos? “Cariño estoy agotado, hoy no puedo”. En general, la mayoría de las parejas, pocas veces, ya que suele ser el hombre el que con mayor frecuencia tome la iniciativa y se encuentre con nuestra negativa.

Hay días que la mujer se siente con ganas de acostarse con su pareja, lleva todo el día pensando en ese momento y probablemente cuando llegue nuestro marido estemos más receptivas y cariñosas con ellos cuando preguntamos “¿qué tal el día?,  ¿cómo te han ido las cosas?” ¡¡Incluso hasta les escuchamos!!!. Seguramente ellos nos contestarán sin percatarse de nuestra sonrisita e interés repentino y nos dirán que están agotados y que han tenido un día muy duro.

Nostras es más que probable que no hayamos entendido bien lo de “estamos agotados”, damos por hecho que es solo una forma de hablar, así que no solemos darle mucha importancia ¡¡¡ellos siempre tienen días duriiiiisiiimos en el trabajo!!! Y seguimos con nuestra estrategia.  Lo que se nos está escapando es que él no es consciente que al llegar a casa estamos más cariñosas, más receptivas y con ganas de encontrarnos con él. Él simplemente está muerto y con ganas de meterse en la cama. No ha leído ninguno de nuestros “sutiles” mensajes no verbales.

Llegado el momento más íntimo en el dormitorio, nosotras nos acercamos con unos besos y alguna caricia, y oímos “Cariño hoy imposible, estoy literalmente agotado, no puedo con mi cuerpo”. Aquí, lo que nosotras esperaríamos de ellos -en esta misma situación- sería una respuesta más o menos así “cariño no te preocupes, entiendo que estás agotada, no pasa nada, mañana estarás más descansada” y nos quedaríamos apoyadas en su pecho pensando la suerte que tenemos de tener a nuestro lado a alguien tan comprensivo.

Pero ¿cómo reaccionamos nosotras cuando nos decís que estáis cansados? ¿Creéis que nosotras os diríamos “cariño no te preocupes, entiendo que estés agotado, no te preocupes y nos quedamos apoyadas en vuestro pecho abrazándoos y diciéndoos que lo entendemos? ¡¡¡Nooooo!!! Lo primero, no entendemos que estéis cansados y ¡¡¡menos para eso!!! Y segundo no entendemos que no hagáis un esfuerzo, y acto seguido el pensamiento que nos asalta es “luego os quejáis que nosotras nunca queremos”.

Un rechazo hace sentirnos heridas en nuestro orgullo, en toda nuestra feminidad, como os he comentado alguna otra vez, conectamos un hecho con una emoción, y en esta ocasión, es un hecho negativo y la emoción no es agradable. En muchas mujeres este hecho no traerá más consecuencias que una mala cara y darse la vuelta en la cama, porque al igual que vosotros no queremos que nos abracéis.

Pero en otras mujeres les asaltarán reproches almacenados silenciosamente, no comprenderán que sus maridos las rechacen y vendrá con más fuerza el pensamiento de “luego te quejas que nunca quiero y para una vez que yo quiero…..” Muy probablemente él le recuerde las miles de veces que a ella le dolía la cabeza y eso no suponía una discusión, es más, él era un egoísta por no entender que ella estaba con dolor de cabeza y ahora ella es incapaz de comprender que él está agotado.

Pero no creáis que esto se queda aquí. Una vez que se da la vuelta en la cama, después de haberse sentido rechazada, el primer pensamiento silencioso que se suele instalar en su cabeza es de inseguridad y le empezará a dar rienda suelta a sus pensamientos. Empezando por “¿será que ya no le atraigo? ¿me estaré poniendo gorda?» Y terminando por «¿me seguirá queriendo? ¿se ha desenamorado?….» Lo que sí que nunca pensamos es “claro está cansado, le entiendo porque a mí –a veces- me pasa lo mismo”.

En muchas ocasiones los desencuentros de una pareja van más allá de lo meramente físico, y la mayoría de las veces son malas interpretaciones de los gestos, de un “estoy agotada” o de un «no me apetece». Nos olvidamos de explicarle a nuestra pareja porque hoy no tenemos ganas y sobretodo nos olvidamos de ponernos en la piel del otro, para hacerlo con delicadeza y cariño y no con un rotundo “hoy no estoy, estoy agotado” o “hoy no, me duele la cabeza”.

Yo si fuera un hombre, al día siguiente estaría generando en ella una expectativa, le diría lo que la quiero, lo especial que es para mí, lo delgada que la he visto esta mañana (este no falla nunca) y por supuesto no llegaría cansado a casa para hacer feliz a mi mujer y matar cualquier inseguridad instalada en su cabeza.

Pero como soy una mujer procuro hacer lo mismo con mi marido, generarle una nueva expectativa, decirle lo guapo que está con sus canas, que está de lo más atractivo con ese traje y que después de 23 años juntos cada día me gusta más y por supuesto ese día, si estoy cansada me lo callo.

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