Siii, compañeros míos, esto del matrimonio tiene otro lado de la moneda. Así que hombres casados identifíquense, hombres solteros prepárense. Seguro que todos nos acordamos de ese día maravilloso que fue nuestra boda, tú, allí en el altar viendo venir a tu novia del brazo de su padre y según la ves piensa “madre mía es perfecta” quedaros con este pensamiento, lo necesitaréis más de una vez a lo largo de vuestra vida en común.
Igual alguno aún no se ha dado cuenta, deciros que “ellas NO son prefectas” pero importante ¡¡¡¡no se lo digáis NUNCA!!!! Da igual la edad, el momento, la circunstancia, recordarlo NUNCA. Cuando digo nunca es nunca, ni en esos momentos maravillosos, después de una noche mágica, los dos embelesados en la cama y donde ella te susurra al oído algo del estilo: <<cariño dime algo que no te guste de mí>> NOOOOOO, no caigáis en la trampa, os gusta tooooodo, TODO, pero todo.
Si cometéis el error de contestar algo tipo: << bueno hay algo que no me gusta que es…>> os vendrá un tsunami que no habrá forma de parar. Empezando por un “inocente”: <<ah! Que no te gusta…>> mientras su cuerpo ya de ha separado del tuyo, ya no hay contacto físico y el contacto visual nos empieza a poner nervioso. Su mirada es inquietante y nosotros nos ponemos en modo alerta, “sé que ha pasado algo, pero no tengo claro el que”. Intentamos suavizar nuestra respuesta con algo tipo: <<bueno no es que no me guste, sino que…>> y ya no podemos terminar la frase. Consejo entrar en vuestra Caja de la Nada, ahí estaréis protegidos… hasta que encuentren la forma de entrar jajajaja.
Entonces empiezas a notar como se crea esa pantalla invisible que no te deja acceder al otro lado, donde ellas se encuentran, es lo que llamo “el Muro de Berlín”. En función de tus respuestas puede ser muy alto y grueso y muy, muy frio. Ellas se ponen en “modo avión” pero no os confiéis, siguen encendidas, aunque no emitan. Tan solo están rearmándose, buscando titulares en su hemeroteca mental. Están calladas, con la mirada perdida y emitiendo un silencio ensordecedor, un silencio que sabes que no trae nada bueno. Ha llegado el momento de contraatacar, sal de tu caja, en este momento no valen ni besos ni abrazos, recordar hay un muro impenetrable, pero con sus fisuras. Son…
Son las fisuras de la mujer que amas, las imperfecciones que le hacen adorable, las imperfecciones que seguramente le hacen insegura y llegado este momento tienes que sacar de tu caja de “se amar a mi mujer como ella quiere ser amada” y decirle: <<si es verdad que esto no me gusta de ti… pero aun así te quiero y te respeto>>. Es ahora más que nunca cuando tenemos que rescatar ese momento en el que llegaba del brazo de tu suegro, entregándote a la mujer que amas, a la mujer que respetas a la mujer por la que darías la vida, a TU MUJER.
Si, ellas no son perfectas… y lo saben, pero no necesita que se lo digamos. Son fuertes, son auténticas locomotoras del hogar, son profesionales competentes, son madres o no, son hijas, son hermanas, pero no lo olvides, también son vulnerables, son delicadas, son sensibles y lloran y lloran y lloran, ¡¡¡pero lo que pueden llegar a llorar!!!, pero por encima de todo es tu esposa. Son nuestras esposas imperfectamente perfectas. Son nuestro camino de santidad, si lo sé, a veces algoooo…, (que no me volvéis a pillar jajaja) son ellas las que nos complementan, las que nos aman, nos comprenden y eso no siempre es fácil. Son ellas con las que tenemos que luchar un QUIERO QUERER QUERERTE.